Hemos de dejado de sentir el amor
para rendirnos, al fin,
a solo amarnos,
a únicamente detenernos,
el uno frente al otro
y no necesitar buscarnos con los ojos.
Ha sido preciso
vencer el temor al abandono,
ese rumor incallable que nos rompe por dentro
con el amenazante vocerío
del tiempo que extorsiona los anhelos
y degrada la vida hasta acabarla.
Hemos tenido que olvidar
-como se dejan olvidados los paraguas casi rotos
que en los inviernos sin lluvia
yacen como cadáveres de tela
en el rincón más absurdo de la casa-
que debíamos construir,
con ese porquesí que los dedos de otros nos imponen,
una silueta que borrase
tu silueta y la mía,
que debíamos construirnos
con los huesos sin nombre de una manada de sombras.
Así, con la levedad que tienen las mañanas sin tiempo,
con el tiempo que rehúye descifrar las mañanas,
con ese revolotear de las mariposas
que avanzan su metamorfosis
en el deseo imparable de sus alas,
hemos dejado de sentir amor,
el amor
y nos hemos descubierto
en el vivirlo.
Sin palabras. Es precioso
muchas gracias por tu visita y tu sensibilidad.
un abrazo
canvis, realitzar !!
No se que es lo mas trascendente: si sentir o vivir el amor. ¿Acaso al sentir el amor no lo estamos viviendo? ¿O al vivirlo no lo estamos sintiendo a la vez? El amor, como toda construcción humana, no solamente es individual sino social y por ello es una constante negación, pero también afirmación a la vez. Y se lo vive de acuerdo a estos momentos. “…Hemos tenido que olvidar/ (…) que debíamos construir/ con ese porquesí que los dedos de otros nos imponen/ una silueta que borrase/ tu silueta y la mía/ que debíamos construirnos/ con los huesos sin nombre de una manada de sombras/…”