No hace falta
que conozcas todo sobre mí.
No es necesaria la desnudez
que despeja de incógnitas
no a quién observa,
sino a la mirada
del observador
que escruta
con mayor o menor impostura.
No necesitas
escribir por mí
la lista de acontecimientos
que, como espina dorsal,
modelada
con materia de recuerdos
me conforma,
me limita
-a veces siento
que también me lastra-.
No necesitas repetir mi nombre
hasta aprenderlo,
predecir mi silencio,
aventurar ese cansancio
que emerge de raíces
que el pasado aún sustenta.
No necesitas
acuciar tu mirada,
dirigirla
incansable
para hallar el yo de mí
que ni siquiera conozco.
Nada es necesario, amor,
más allá de tu estar,
desgranando el silencio.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…