FOTOGRAFÍA de Pura María García
Hablas al otro lado del teléfono.
Se queda la punzada.
Esa que se instala
mente adentro.
Y te recome,
sin llegar a tragarte.
Y te digiere,
sin atreverse a masticar lo que aún eres.
La pregunta se enzarza
en ella misma,
contra ella.
No quiere cerrarse
en la prosaica cortina de la bruma.
Al contrario,
embauca a las opciones.
Quiere ser daga indirecta.
Abierta.
Libre.
Sufre,
encerrada como existe
entre signos interrogativos.
¡Envidia tanto a los puntos suspensivos!
…
(Me pregunto si también tú has percibido
lo nocivo de algunos signos ortográficos)
DEJARON SU VOZ ESCRITA…