FOTOGRAFÍA de Pura María García
Voy y vengo de mí,
manchada, a veces, de quien soy.
Me desconozco.
Guardo silencio para escucharme,
entrelazada en mi propio silencio,
ese que resuena solo,
aislado,
permanente,
en el tímpano íntimo.
Entro y salgo de mi alma que cruje
como desvencijada silla:
esquelética estructura de madera vencida.
Asustada,
en mi propio vértigo.
Pétrea
en la debilidad que me atenaza
cuando observo mediar la obscuridad en mi pupila.
Voy.
Vengo.
Desde mí hasta ese yo en que me rebusco.
Finalmente,
me contemplo
asida por las manos a la cornisa frágil de mis sueños.
Prediciendo el grito siguiente,
el embudo por el que pasará mi silencio
y lo que cayó descartado de mi vida.
Finalmente,
ya no busco sofocar el desarraigo
de lo otro, de los otros, de mí misma.
Me invado para intentar ahondar en lo que guardo.
Pulso entre sombras.
Sombra con pulso.
Temor inabordable de estar muerta en mí,
reinsertando el vacío como única salida.
Mi búsqueda se afirma, en ella misma,
como arboleda que cabe atravesar al paso necesario.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…