FOTOGRAFÍA de Pura María García
Estos poemas se hacen,
se deshacen
al igual que una cama,
una mueca,
un nudo,
la costura hilvanada de una tela.
Son morada de fantasmas y ayeres,
agazapados entre versos,
convidados perennes
a quienes quisiera desterrar de mi memoria.
Pero vuelven.
Ellos vuelven.
Se instalan estos poemas
y, a codazos, rompen la calma del tiempo muerto
que divide la vida.
Los poemas, éstos, son grietas evidentes.
Evidencias del cemento que cede y se hace línea
profunda,
intersticial,
respiración vacía,
tiesto sin flor
que cae, deshecho, al suelo de un patio de luces
sin luces ni vecinos.
Ellos emergen, los poemas.
Brota
germen de ellos mismos.
Se anudan,
unos a otros.
Se extienden como ropa tendida
sobre la cuerda gruesa que cruza el balcón
de aquello escrito.
Estos poemas no soy yo.
Son ellos mismos.
Indomable recorrido, ambigüedad de muerte
empapada de vida.
Se hacen a ellos mismos.
Se deshacen.
Me plantan cara.
Después, se van.
Fallecen juntos en un lugar desconocido.
Muy bueno. Un saludo