FOTOGRAFÍA de Pura María García
Ahora se desdice la mañana.
Camino.
Me impregna la estridencia de los bares
de esta ciudad, asustada de ella misma.
La luz deja constancia,
con su innegable claridad,
del inicial bostezo del verano.
Atrás, en una esquina,
ajena a la presencia del presente,
queda el rastro de la nocturnidad
en la que los honores se convierten
en signos decadentes y farsantes.
La ciudad es un enjambre de oquedades
llevadas por almas sonámbulas
e idénticas.
Camino.
Camino.
Al lado del preciso bisturí instalado en la mente.
Siento,
en la gravilla que forra las plantas de mis pies,
aún la vida.
Se agita en mi alma sin silueta
la pasión por lo que todavía resta de ella.
Camino.
Muerdo la carne inevitable
del musculo que late
manteniendo la memoria.
La ciudad me es ajena,
tanto como a ella le es indiferente
la piel invisible de mi espalda.
Me desoye.
Yo ignoro su voz de panal de soledades
y montículos con la extraña medida de la arena.
Camino.
Observo lo colectivo en una sola vida.
La subjetiva interpretación
del encuentro del labio y la tristeza.
Camino.
No espero que me escuche.
Intento, únicamente
dialogar con el alma que me lleva.
M´ENCANTA
Una aferrada,Ferran!!!