FOTOGRAFÍA de Pura María García
Llegar a la humildad de tutearse.
Humildad al abrir el arcón del uno mismo.
Reconocerse en los despojos.
Humildad distante de la genuflexión
ante quien no se es.
Nunca ante la faz del hipócrita,
ante la falsa linealidad de un crucifijo,
ante el ondear a soplos de muerte
de la bandera que pende de una asta
de mentiras.
Humildad de contar, uno a uno,
los gusanos que evidencian la propia podredumbre
y el silencio interior que nos corroe.
Humildad de vivir, sabiendo de la impropiedad
del tiempo que nos parece
inmensamente propio,
eternamente escrito.
Humildad para descansar la mirada
en la línea de un infinito horizonte
irregular,
imperfecto
inalcanzado.
Llegar a la humildad de admitir,
con la piel y el tuétano de los primarios huesos,
que somos un papel a la deriva.
Un timbre sordo.
El hueco de un ascensor siempre averiado.
La intersección de la nada con la nada.
Y, sin embargo,
conversar, con uno mismo, como harían dos amigos.
Pot ser que la teva humilitat et faci dir que ets un paper a la deriva, però en el teu cas no és un paper en blanc, sino un paper escrit, negre sobre blanc
No hi ha deriva quan hi ha un port únic:el port de l’amistat!!gràcies gran Petit.ptnts