FOTOGRAFÍA de Pura María García
Jamás le crucificaron:
no era meritorio.
Alado, envidió lo humano de lo humano.
Enfermizo.
Incapaz al sostener un cuerpo astral
invisible, venerado.
Harto del halo de bondad
que le limita frente al resto de seres
ínsitos del purgatorio excelso.
Cansado de su propia cobardía.
Soñador de infructuosas rebeldías,
de intentos únicamente imaginados.
El ángel llora piedra
sobre un pedestal de aire,
sobre la muerta roca,
sobre el edén de silencio
que atenaza su boca.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…