FOTOGRAFÍA de Pura María García
Me hago a la mar del miedo
Me llama con su vaivén de agua.
Creciente oleaje de quebrantos
leva mis pies de espuma.
Abierto el candado de sal que,
sin ser del todo cierto,
a ella me anuda.
¿Dónde quedaron las voces de los míos?
¿Dónde los abiertos brazos de la espera?
¿Qué boca dirá mi nombre,
cuando las algas negras me sostengan,
a mitad de camino
entre el abandonado arrecife y la escollera?
Quién extrañará mi cuerpo cuando flote
sino la mar eterna.
La mar de nuevo.
La misma que no me deja irme.
Me hago a la mar del miedo.
Me regreso al acuático vientre
donde el ángel de sal aún canturrea:
Y nunca.
Y ayer.
Y nadie.
Y todavía.
Navegar miedos y vivir.
Zarpar hacia el puerto de la vida con él, con el miedo. Sí.