FOTOGRAFÍA de Pura María García
En esta casa de paredes circulares,
donde han quedado adheridas las partículas centesimales
de la memoria,
las voces,
las manos palpando las cortinas de aire,
los ecos inaudibles del tiempo
y de la espera,
las puertas están de par en par abiertas.
Sus entrañas son las mías.
Poética flotando en lámparas que cuelgan
de techos falsos,
versos que se miden con la métrica de la vida encendida
que todavía alimenta
el borrón de mi alma y la innoble bestia que me habita.
También los libros, amontonados
sobre la mesa que no sabe callar lo que no he dicho,
esta mesa que es una boca de madera,
un ataúd de tardes que desfallecieron entre sonrisas
y carne,
y la densidad de las horas del anhelo.
Esta casa en la que el agua a borbotones
inunda mi cuerpo temeroso.
Cada peldaño de la escalera que jamás se construyó.
Mis pies, siguiendo los aullidos de la noche sin sueño.
Esta casa sabe ya de mi abandono.
Cobra vida y voz.
No quiere que me marche.
No pudo prever que el hogar, el mío,
no puede ser otro que mis huesos.
la image no pot ser més adient a les paraules
Gràcies! Abandonar una casa és, en certa mesura, abandonar una part de nosaltres. Però tot és un simbol i, finalment, la casa veritable és el’ànima. Una aferrada