FOTOGRAFÍA de Pura María García
Regresan, puntuales,
las noches aliteradas por el rostro del adiós
a las definitivas tardes.
Los maniquíes que posan en los escaparates
cierran sus ojos de cartón
y fingen sueños:
durmientes muertos tras ataúdes de persianas.
Regresa la aurora irreal,
los espejismos,
la vuelta de tuerca que nos acerca a la locura,
la mano temblorosa del suicida
que aún duda si resguardar su vida de la vida.
Regresa, puntual, como es costumbre
la mariposa invisible
del miedo
a su escondite celular,
a su capullo de mercurio en gotas disgregado,
parcialmente sumido en lo insumiso.
Regresa el viento.
Y la rosa.
Y el navío encallado en el silencio.
Regresa, puntualmente, todo
lo que, de un modo u otro, se ha alejado
previamente,
puntualmente,
inútilmente,
pues el regreso es, en él mismo, un ciclo inevitable.
Regresan las golondrinas,
a pesar de que, ahora, tienen las alas
desvencijadas como ventanas rotas.
Todo regresa.
Yo me busco en el regreso.
No puedo regresar
porque he sido incapaz de alzar, antes, mi vuelo.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…