FOTOGRAFÍA de Pura María García
El vacío reivindica
su presencia,
en la hondura
y amplitud que constituye.
Un plano geométrico
invisible,
necesario,
absoluto.
El todo es el vacío.
Forma evidente.
Realidad viva
donde la reflexión
encuentra su escenario.
Antiguo
como la oscuridad original,
la ráfaga del hueco
nombrado en los colores,
en el verso,
la epopeya,
la desgracia,
en la blasfemia.
Hay un vacío, sin embargo,
que se densifica demasiado deprisa.
Enfoca la escena del recuerdo,
la estatua,
solemnemente triste en su tristeza.
Es el rastro que sube
hasta los ojos
y pasa, despacio,
por el cuello
y la garganta.
El vacío indefinido,
la penumbra,
una ausencia reflectante
que envejece al latido,
lo secuestra,
lo decrece
y nos hace ser, por un instante,
un PERO,
un NO,
un NO DEL TODO,
un CASI línea quebrada,
un respirar clave,
liviano,
en el que aparece,
como eterno residente,
cierto temor a la perpetuidad
del anaquel donde el vacío se sitúa.
Ese vacío sin nombre,
repentino,
que se sabe fugaz, pero que duele,
es el vacío de ti,
de tu silueta:
vacío, sin luz,
cuando me das la espalda.
Muy buenos versos
Gracias por valorarlos!