FOTOGRAFÍA de Pura María García
Los extranjeros caminan.
Son quienes hacen más preguntas.
Los pobres parecen piedras.
Su gesto se sabe inútil. Duele.
Las aves han olvidado cómo volar.
Evitan la migración, la lejanía.
El fotógrafo sueña ser insecto.
Ambiciona el múltiple ojo de la mosca.
Los escalones son pasos estáticos.
Más tarde o más temprano, se cubrirán de huellas.
El loco vagabundea sin cambiar de paisaje.
Deambula en el páramo ficticio de su mente.
El rehén ve ventanas en los muros.
Su aliento es humedad y llanto silenciado.
La puerta se siente desvalida.
Sin la mano que empuja el picaporte, nada es.
La soledad se desborda al ser nombrada.
Truca el tiempo y lo duplica.
La mano escribe ordenando palabras.
Sigue la dictadura de la neurona distinta.
Las gafas miran y ven lo que tú escondes.
Sus ojos de mentira lo amplifican.
El enfermo se duele frente al espejo.
Ingiere sus síntomas. Una vez sano, los vomita.
El amante ahonda el verso.
Sin perder el que es,
se atisba en el otro que no es.
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