FOTOGRAFÍA de Pura María García
«El olfato, —gritábales—el olfato les basta a las fieras»
Manifiesto futurista.
¿Por qué no?
¿Por qué resistirse a la aceptación
de la necesidad de regresarnos,
de girar sobre los pasos
propios
y escucharnos la voz
que nace ahogada?
¿Por qué no volver a lo que somos,
germen
ausente de cualquier mediación;
línea, ni recta ni torcida,
sin propósito?
Hoy nace la mañana
y brotan dudas.
Aparecen las eternas preguntas
que destapan
la claroscuridad de la mente y su penumbra.
Quisiera volver a ser
lo que no soy.
Un suspendido y leve ser,
dejarme llevar
por el fogonazo intermitente de la vida.
Ausentarme del yo,
de los pronombres personales
que tanto hieren la piel de bruma de mi espalda.
Guiarme, a obscuras,
sin necesidad de más luz que la instaurada
en las yemas del tacto.
Sí.
Quisiera ser, de nuevo, fiera.
Arrancarme lo accesorio con las garras.
Olfatear la ciudad
para alejarme.
Desdeñar la brújula y el gesto.
No otorgar la ponderación total a la palabra.
Solo necesitar lo expresado sin voz
por los sentidos.
Ser fiera.
La visible bestia que el espejo,
a menudo,
omite en su reflejo.
No avergonzarme de mi grito,
del deseo de lanzarlo contra el mundo
al que han ascendido los infiernos.
Ser fiera capaz de abandonar.
De huir.
De robar el aliento para sobrevivir a la incerteza.
Cometer el homicidio final:
asesinar la culpabilidad, la hipocresía
el negro
que embota a la fiera y le convierte,
en cada despertar,
en humano deshumano,
absurdo artificio con volumen que parece caminar
DEJARON SU VOZ ESCRITA…