FOTOGRAFÍA de Pura María García
La luna, dividida.
Su mitad lumínica
y su sombra.
La piel, encontrando espacio
entre el amparo de tus dedos
y la borrosa huella dactilar de nuestro anhelo.
El cuerpo, frente al cuerpo.
La intuición de que, a un instante
de distancia,
tu gesto inicial romperá el aire
que pausa el coito fundente y torrencial
que nos libera del silencio.
El gemido. La voz gestual
encerrada en tus ojos
y la hondura rojiza de mi boca.
La lengua proveniente del pasado,
silabeando la previsible conjunción
de nuestros sexos crecientes,
atendidos
por la noche que rebosa,
en nosotros, su líquido intersecto.
Me encanto!