FOTOGRAFÍA de Pura María García
Sus cabezas emergen
sobre la quietud momentánea
de la liquida piel de la playa.
Los bañistas, sin permitirse
la simbiosis completa
con el agua,
se empeñan en mantenerse a flote
de ellos mismos.
El calor levanta, sobre su silueta,
esa falsa aura,
otra silueta de vapor
que aumenta, aún más,
la intranscendencia
causal
de su ser
en el mar
esta mañana.
Se agrupan.
Dos a dos.
Cuatro a cuatro.
Los ejemplares menudos de su especie
fingen movimientos mínimos
que esconden su voluntad de alejarse
mar adentro.
Vida adentro.
Libertad adentro.
Los niños sueñan ensanchar el horizonte
y reducir la playa,
aventurarse
al aislamiento temporal
de sus padres y madres.
Cuerpos obesos se paralelizan
con la arena.
Geometría rota del sol y la mañana.
El aire, irrespirablemente denso,
agolpa el sudor
de un yo tan plural como hipócrita.
La realidad parece detenerse.
El tiempo, quedo.
Escribo en mi libreta roja
ésto que ahora lees.
Sonrío
al pensar que también yo soy parte
de este paisaje de mentira.
Lovely as ever