GENOCIDIO

FOTOGRAFÍA de BORJA ABARGUES PHOTOGRAPHER

Gracias, Borja, por permitirme, una vez más, utilizar una de tus desgarradoras, pero magníficas, fotografías.

Hay banderas, sujetadas por manos.

Hay manos agrietadas

que añoran una serenidad que es totalmente imposible.

No se divisan relojes,

ni sonrisas.

Cada uno de los miles ha perdido su nombre.

Ha caído su nombre, sí,

sobre el suelo rojizo.

Han caído él y ella, sus hijos.

Han caído como se desploman las horas aquí:

de golpe,

aturdiendo la vista y el corazón,

acabando con el aliento que restaba.

No nos lloran más allá de esta frontera.

Hay lágrimas, sí, pero son de agua hipócrita.

No nos conocen más allá de esta frontera,

únicamente nos imaginan:

pensarnos un segundo les tranquiliza,

da conformidad a su conciencia de piedra,

les redime,

eso creen quienes nos desconocen,

a quienes no les importamos.

Los genocidios parecen, a sus ojos, accidentes fortuitos;

consecuencias que no esperaban.

Consecuencias.

Efectos.

Toman, para ellos y ellas, la duración imaginaria de un segundo.

Un segundo que se oculta,

se descarta de la memoria con facilidad y alevosía.

Genocidios.

Consecuencias.

Continuo sangrado del alma inocente que sucumbe en ellas.