FOTOGRAFÍA de Pura María García
Hay días en los que no quisiera saber
de nada ni de nadie.
En realidad, lo que desearía es desaberme.
Desoírme.
Tomarme la distancia suficiente para sentir
que me disuelvo etérea en la más absoluta lejanía.
La tarde y la noche, extrañamente, se unifican
en un tiempo mezclado con el aire irrespirable
que emana letal del pensamiento.
Cae la reflexión, como el gorrión aturdido,
sobre una espalda en la que apenas caben más señales.
Hay días en los que soy una cicatriz que no supura,
pero aún duele.
Partida en minúsculos trozos injuntables.
Irreconocible por mí misma.
Ausente de mí y, a la vez, tan presente…
Desearía recomponer mi lengua seca
y arañarme las manos con las horas
para sentir que el tiempo deja huella, y no dolor,
cuando se expande
y me regresa
al silencio inacabable.
Hay días en los que temo hallar el sinsentido
y el daño de la luz tenue que acompasa mis labios
cuando la voz es un flotar de hojas siempre muertas.
Y lo sé bien.
Me soy consciente.
Aflora, a mi pesar, un perpetuo roedor que ingiere
parte de las entrañas que han negociado la memoria
y sus apéndices.
Este presente que asume mi presente.
Este soy yo que me es:
materia aún no disuelta
en una estricta forma de reproche hacia mí misma.
Y lo sé bien.
Me reconozco.
Me sé canción infectada de acordes discordantes.
Un yo en la azotea alquilada del día.
Un yo viviente.
a mi em fan somniar els jovens que canten aquestes epidèrmiques poesies
diumenge: https://youtu.be/GSjB4cKZu4s
cuidem-nos
Precioses paraules i veus!! Un petonàs!!
Eliges una música perfecta para leer tus poemas. Genial tu blog!
Gracias!