FOTOGRAFÍA de Pura María García
La niña se aleja por el sendero
donde las amapolas todavía mantienen su corola cerrada.
Camina, entre ellas.
Botones negros.
Roja sangre de tinta vegetal.
Bajo el sol que alumbra las mañanas
sin brisa,
sin sonido.
Cuando las hileras de pétalos rojizos parecen finalizar
formando un horizonte,
la niña se permite mirar atrás.
Ya no llueve.
Nunca ha llovido.
La niña gira su cuerpo singularmente pequeño.
Finge hallar la luz en un cubo de arena.
Finge ignorar que reconoce la prisión
del presentirse viva.
La tierra empequeñece bajo sus pies descalzos.
La niña sueña con cristales,
monedas,
baúles y burlas inocentes.
Las amapolas salpican el paisaje traidor.
Duele saber que, también a ella, el tiempo
le absorberá con su paciente boca.
Hermós i la foto també
So beautiful and dreamful
Bernhard
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