FOTOGRAFÍA de Pura María García
Las calles, en su longitud y permanencia,
nos dan la espalda
para comprender qué nos lleva a recorrerlas
como autómatas
Una vez y otra.
Ida y vuelta,
pisando las mismas baldosas
con inexplicable nulidad combinatoria.
Alguien se detiene en una esquina.
Otro alguien levanta la mirada,
no por observar el cielo particular que limita
las calles, las ciudades, el aire,
con la nada,
sino para recordar que, un día, fuimos navíos
en búsqueda infructuosa de imaginarias islas.
Cuando la amalgama de calles se bifurca,
alguien se siente capaz de soñar.
Entonces, solo entonces,
las calles comprenden su necesario desamparo.
Magnifico texto, Pero la fotografía es toda una maravilla, me gusta mucho