FOTOGRAFÍA de Pura María García
Duermes.
Hay un gesto de abandono
que viste tu desnudez.
Te observo
mientras tus ojos están cerrados
y se agolpan, probablemente, en ellos
los destellos fugaces
de un día grabado en el cristal
que empieza a disiparte.
Se deleita mi mirada
en tu frente:
meseta de piel en la que las ideas
se buscan,
se eluden,
respiran,
aluden
y a ellas mismas se piensan.
Al instante,
recuerdo
tu voz,
la explicación vehemente
que te revela mediador
entre la Nada y el Grito,
el ahora y las premisas,
el levantar, ahondando en ello,
absolutamente todo
para, después,
deshacerlo,
restar al mundo las absurdas teorías
y lanzarlas,
sin ningún ansia de verdad,
al sumidero.
Desciendo,
al ritmo con el que respiras,
al páramo exterior
de la piel de tu rostro.
Pareces, en tu sueño,
un hurto generoso de la tarde.
Duermes
como una sílaba escueta
que repta entre los minutos capaces
de ser, también, crepusculares.
Duermes.
Te observo.
Hay tanto amor en mis pupilas…
(En los labios resta todavía
el incendio que ha precedido a tu colmado sueño.)
DEJARON SU VOZ ESCRITA…