FOTOGRAFÍA de Pura María García
La boca,
limitada en su cardinalidad
con cada labio,
escupe, a veces, omisión.
Sesgo deshecho, adjudicado
a un a priori de piedra.
Desprendimiento
que no es un dardo hacia el otro,
sino un signo de auxilio
que una misma no se atreve a pedirse.
La boca,
a veces,
intercambia el diálogo
y, con palabras flotantes,
hiere, involuntariamente, al otro
cuando, en realidad,
lo que pretende
es admitir la necesidad
de no correr el riesgo
del propio mutismo.
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