FOTOGRAFÍA de Pura María García
Yo soy quien se halla bajo este cuerpo roto,
quien camina con mis pies
creyendo desplazarse hacia la nada.
Desde la nada inicia su camino.
A la nada regresan, mi cuerpo y mis entrañas.
Yo soy el sueño aniquilado por un padre
y un despertar que comenzó tarde y temprano.
Un insomnio jamás diagnosticado.
Una fiera animal arañando mi espalda
que, a cada tanto, ruge su ronquez contra ella misma.
Yo soy el punto de luz que, lentamente,
se apaga en el alfeizar de la mente,
resurge,
renace,
y, torpemente,
crece y brota como un rosal podado.
Yo soy los ojos que te miran
cuando sobre tu costado izquierdo duermes a mi lado,
quien te roza con su vida tus brazos y tu boca,
pero digiere silencio
en los momentos en que el precipicio
engulle el vapor letal de la neblina.
Yo soy el gélido tacto de la ausencia.
La mano de fuego, también, que te acaricia.
Un impulso.
Un movimiento.
La ratonera de carne que atrapa al roedor
de la consciencia.
Yo soy la máscara adherida
que sostiene mi rostro con sus gestos.
Un vacío permanente.
Un hueco inmenso.
El hambre estomacal.
La búsqueda incesante.
Y el llanto.
Y la sonrisa.
Y el orgasmo que titila entre tus muslos blancos.
Yo soy quien conociste,
quien no sabes.
Un singular absurdo, muchas veces,
que devanea con su sombra y la nostalgia.
Yo soy la piedra que ya duerme.
Una sombra de mí.
Arena disgregada en el cedazo invencible de la vida.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…