FOTOGRAFÍA de Pura María García
Porque no hay un para qué
y sí bandadas de porqués que vuelan libres.
Porque nada agrieta mis manos si las tomas.
Porque cortas con la navaja de tu boca
la carne muerta de todas mis heridas
buscando su inaplazable cicatrización.
Porque sucede, cada día, que las manchas del tiempo
rebuscan, sin éxito, el contagio del azul
que, en tu tacto, cae doblegado a la ternura.
Porque la vista se levanta,
como el alba,
inevitablemente
y, al rozarnos, nos llenamos de nosotros.
Porque en el camuflaje del silencio
también tenemos rostro
y estamos dispuestos a desmenuzar
la incerteza que sostiene el pensamiento.
Porque tu voz es una infinita ceremonia
que deja en mi piel, mis órganos, mi alma
un eco inconfundible,
tan vivamente nuevo…
Porque acaricias mi cabello, sin mirarme,
y dejas que hablen las sílabas profundas de tus dedos.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…