Fotografía de Pura María García
Abierto el cielo, la noche se desnuda
y retira su piel circunstancial,
su piel nocturna.
Es el tiempo proscrito.
El tiempo redundando persistente
en el alfeizar que conforman
las estrellas invisibles del olvido.
Dentro de mí hay un haz de caricias
que resuenan todavía
y arropan mi piel
con la sábana infinita de tu nombre.
Piedra sobre piedra.
Flor sobre flor.
Horas dormidas.
Dulce presencia de tu boca
en los labios fugaces de la ausencia.
Metamorfosis de la noche que pronuncia
ahora los vestigios poéticos del día.
Poema hermoso y seductor.
Gracias por apreciarlo!
De nada!