FOTOGRAFÍA de Pura María García
Siento los huecos que me contienen.
Mastico el miedo.
Sujeto la amargura.
Tiemblo pensando en la distancia
ampliándose tras una regla aritmética
incontrolable y atrevida.
Soy humilde y soberbia.
A menudo no pido, me silencio
o demando lo que yo misma, incapaz,
continúo intentando.
Criatura en un llanto que brota
del mismo pozo propio del que brota mi fuerza.
Tirana de la palabra.
Okupa del silencio.
Escuchante del latido que me es propio.
Del ajeno también,
redimensionado por el oído defectuoso
que tengo a ambos lados de este rostro viejo.
Dadora sin pensar del pensamiento.
En otras ocasiones, tendedora de trampas vitales
a un presente que se escapa y que yo amarro.
Imperfecta.
Decreciente bajo la inseguridad creciente
al saber de la inutilidad del yo mismo
y del espejo.
Amante de tu esencia.
Porque amar es describirse, así como ahora hago.
La palabra en su sitio,
sacada a empujones de su eterno escondite.
El corazón abriéndose a la orquídea
de una verdad parcial
que me sostiene.
DEJARON SU VOZ ESCRITA…