FOTOGRAFÍA de Pura María García
Libélulas escurridizas.
Afiladas dagas.
Ríos que descienden hasta desaparecer.
Paréntesis.
Costuras y pespuntes
que, en pocas ocasiones, reparan el dolor irreparable.
Horas.
Las horas.
Construidas invisiblemente
por los dedos ágiles del tiempo.
Separadas a diario sus entrañas.
Incapaces de probar la propiedad conmutativa
que asegura lo posterior
que podría sucederles.
Una hora destinada a cada menester humano.
Horas en las que el sueño
despierta
para mirar el techo de la mañana.
Dudar si avanzar en la cremallera de adioses
que cerrará el acto de enfrentar el cara a cara con el día
y vencer la inercia que se salva de lo absurdo.
Hora
que camina por nosotros,
nos lleva, de los pies, hacia los otros,
hacia lugares que solo temporalmente nos acogen.
Horas de gestos como papel en blanco.
Instantes en los que, anestesiados,
olvidamos recordar lo que nos daña.
despronunciamos tantos nombres…
Silabeamos la vida.
Musitamos, hacia el aire, lo anhelado.
Horas de silencio que fingen conversarnos.
Horas sin careta.
Horas.
Horas de despedidas, profusamente halladas.
Horas de encuentros en la verticalidad de un cuerpo nuevo.
Y la hora final.
La última, modelada como si fuera distinta.
Respirada como una ilación
que nos resume
en el hueco inexplicable de una hora
Muy bueno
Muchas gracias Pippo!
Em quedo amb «silabeamos la vida»….quin capet
Una abraçada molt forta Ferran!!